Norman Manea charla sobre literatura con mil jóvenes en la FIL

Señala que a pesar de la adversidad siempre hay momentos de felicidad

Boletín Informativo No. 336
Lucía López
Miércoles 30 de noviembre de 2016 
Guadalajara, Jalisco
Fotografía: David Valdovinos 
 
 
 
 
Su gusto por Franz Kafka, su experiencia en los campos de concentración, su profesión de ingeniero, la ficción y la felicidad, fueron algunos de los temas sobre los que charló el escritor rumano Norman Manea, en su encuentro con Mil Jóvenes, como parte de las actividades de FIL Joven, que organiza el Sistema de Educación Media Superior (SEMS) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en el marco de la 30 Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL).
 
El también Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2016 dijo que no es fácil responder por qué es seguidor de Kafka y, en su caso, no cree que haya sido destinado para ser seguidor de dicho escritor. “La era en la que vivía me hizo convertirme en su seguidor, su época y mi época no son lo mismo, soy el resultado de dicho tiempo que cambio mi sensibilidad, aspiraciones y manera de pensar”.
Expresó que la ficción fue una necesidad para poder salir del caos de la vida diaria y los peligros que representa, dando un momento para pensar y descubrir el tipo de vida que tenemos frente a nosotros. “Mi fuente de inspiración fue mi propia vida, por el hecho de que considero que es el tema que mejor conozco y que puedo analizar e imaginar todo lo que sucede con mis propios parámetros. Son historias que he escrito con el paso del tiempo y algunas me llevan a la era de los campos de concentración. Debo decir que el protagonista de algunos de estos escritos no soy yo”.
 
Al ser cuestionado sobre lo que hacían los niños en los campos de concentración, expresó que lo que normalmente hace alguien de su edad: jugar, soñar y tener diálogo. “Cuando se me deportó a la edad de 5 años, y se me sacó de mi entorno, tenía yo este antecedente de cuidado, de amor, y se me puso en un contexto contrario; yo no entendía lo que sucedía. Con este nivel de sorpresa para un niño después de estar en el campo, empiezas a entender qué pasa, pero el juego y el lado infantil de conducta no desaparece”.
 
El autor de El regreso del húligan, una de sus obras más reconocidas y que es autobiográfica, recordó sus estudios como ingeniero, área en la que se desarrolló por muchos años a pesar de que siempre quiso ser escritor. “Viví en un estado totalitario y decidí que tener una profesión práctica podría protegerme de la presión, de las políticas aplicadas por el gobierno, pues todo era controlado”.
 
Dijo a los jóvenes que algo que hay que entender es que las situaciones por más adversas que sean, como el campo de concentración, siempre tienen momentos de felicidad, de candor y alegría; incluso en situaciones imposibles de entender. “Nuestra vida está hecha de lo bueno y malo, buenos y malos amigos, buenos y malos libros, no podemos separar lo bueno de lo malo, y creo que debemos continuar con nuestra vida, seleccionar lo que se va adecuando a nuestras aspiraciones, y estoy seguro que todos ustedes pueden hacer esto y lo pueden lograr de diferentes maneras”.
 

  • Boletín Informativo No. 335
    Lucía López
    Miércoles 30 de Noviembre de 2016
    Guadalajara Jalisco
    Fotografía: David Valdovinos

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